El agua subterránea es el agua que se acumula o fluye bajo la superficie del suelo, llenando los espacios porosos del suelo, los sedimentos y las rocas. También se conoce como manto acuífero.
Forman parte del ciclo hidrológico, que se infiltra a través del agua de lluvia, de la nieve, del agua que se infiltra de las lagunas y los ríos, o en general, cuando la capa superficial del suelo se encuentra saturada de agua.
Después de alimentar manantiales, ríos, lagos y humedales, las aguas subterráneas se filtran a los océanos.
El contenido de agua en los acuíferos puede variar según las condiciones meteorológicas, las tasas de explotación y las tasas de recarga. En época de fuertes lluvias puede aumentar la tasa de recarga y en época de sequía donde se mantiene la tasa de explotación, podría bajar el nivel del agua.
Las aguas subterráneas que se recogen en acuíferos contienen más del 95 % del agua dulce del planeta.
Son esenciales para el buen funcionamiento de los ecosistemas, como los humedales y los ríos.
Es uno de los recursos más valiosos y una de las principales fuentes de abastecimiento para casi la mitad de la población.
La agricultura es una las actividades que más requiere aguas subterráneas: el 43 % de toda el agua utilizada para el riego proviene de acuíferos.
La contaminación con nitratos y pesticidas es una gran amenaza para la calidad de las aguas subterráneas.
Igualmente el cambio climático está afectando a los recursos de aguas subterráneas en el mundo.
Es necesario proteger los acuíferos para evitar la escasez del agua, un recurso imprescindible para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible antes de 2030.
Fuente: www.un.org