



La crisis climática es uno de los mayores desafíos del siglo XXI. A medida que las emisiones de gases de efecto invernadero aumentan, la temperatura global se eleva, provocando fenómenos extremos como sequías, inundaciones, huracanes más intensos y el derretimiento acelerado de los polos y glaciares. Frente a esta amenaza, los océanos han jugado un papel crucial como reguladores del clima, especialmente por su capacidad para absorber carbono.
¿Cómo absorben el carbono los océanos?
Los océanos cubren más del 70 % de la superficie de la Tierra y son una de las principales reservas de carbono del planeta. Su capacidad de absorción se da a través de dos mecanismos fundamentales:
El bombeo físico (solubilidad del CO2)
Cuando el dióxido de carbono (CO2) atmosférico entra en contacto con la superficie oceánica, se disuelve en el agua. Este proceso se ve favorecido en las aguas frías, como las de los polos, que pueden retener más CO2. El agua superficial cargada de CO2 puede hundirse y transportar este gas hacia las profundidades marinas, donde puede almacenarse durante siglos.
El bombeo biológico
Este mecanismo involucra a organismos marinos como el fitoplancton. Estas diminutas plantas flotantes realizan fotosíntesis y capturan CO2 de la atmósfera. Cuando el fitoplancton muere o es ingerido por otras especies, parte del carbono se transfiere al fondo del océano en forma de materia orgánica.
Ambos procesos permiten que los océanos absorban cerca del 25 % del CO2 emitido por actividades humanas cada año, desempeñando un rol fundamental en la mitigación de la crisis climática.
¿Qué ocurre cuando los océanos absorben demasiado carbono?
Aunque la capacidad de los océanos para actuar como sumideros de carbono es vital, esta función tiene límites y consecuencias. La absorción excesiva de CO2 está alterando el equilibrio químico de los océanos, dando lugar a fenómenos preocupantes:
Acidificación del océano
Cuando el CO2 se disuelve en agua, forma ácido carbónico, lo que disminuye el pH del agua. Este fenómeno, conocido como acidificación oceánica, debilita los caparazones de organismos como corales, moluscos y algunas especies de plancton. Estos organismos no solo forman parte clave de la cadena alimenticia marina, sino que también ayudan en el ciclo del carbono. Su deterioro tiene efectos en cascada en los ecosistemas marinos y, por ende, en la seguridad alimentaria humana.
Cambios en las corrientes marinas
El calentamiento global también afecta las corrientes oceánicas que regulan el clima mundial. La alteración del ciclo del carbono puede desestabilizar estas corrientes, afectando patrones climáticos como El Niño y La Niña, con graves impactos sobre la agricultura, la disponibilidad de agua y la biodiversidad.
Disminución del oxígeno
El exceso de nutrientes y el calentamiento del agua generan zonas muertas (áreas con bajos niveles de oxígeno) donde la vida marina no puede sobrevivir. Esto reduce la biodiversidad y afecta la pesca de la que dependen millones de personas para vivir.
Los océanos como aliados contra la crisis climática
A pesar de los efectos negativos de la acumulación de carbono en el mar, los océanos siguen siendo uno de nuestros mejores aliados para enfrentar la crisis climática. Por eso es vital protegerlos y restaurar su salud.
Soluciones basadas en los océanos
Los océanos son aliados clave en la lucha contra el cambio climático. Implementar soluciones basadas en los ecosistemas marinos no solo protege la biodiversidad, sino que también fortalece la capacidad del planeta para absorber carbono y adaptarse a nuevos desafíos ambientales.
Restauración de ecosistemas marinos
Los manglares, pastos marinos y marismas almacenan grandes cantidades de carbono, conocido como carbono azul. Proteger y restaurar estos ecosistemas ayuda a capturar CO2, mitigar inundaciones y conservar la biodiversidad.
Pesca sostenible
Una gestión adecuada de la pesca permite mantener equilibradas las poblaciones de especies clave en el ciclo del carbono, como los grandes peces y ballenas, que también contribuyen a la fertilización del océano y al crecimiento del fitoplancton.
Áreas marinas protegidas
La creación de zonas marinas protegidas mejora la resiliencia de los ecosistemas, permite la recuperación de especies y refuerza la capacidad del océano para adaptarse al cambio climático.
Reducción de emisiones globales
Por supuesto, ninguna medida oceánica será suficiente si no se reduce drásticamente la emisión de gases de efecto invernadero en todos los sectores: energía, transporte, industria y agricultura.
¿Qué podemos hacer como ciudadanos?
Aunque los cambios estructurales dependen en gran parte de los gobiernos y empresas, los ciudadanos también tenemos un rol importante en la protección de los océanos por medio de acciones sencillas pero poderosas:
- Reducir el consumo de plásticos.
- Consumir alimentos del mar que provengan de pesca responsable.
- Participar en campañas de limpieza de playas.
- Apoyar iniciativas y organizaciones que luchan contra la crisis climática.
La crisis climática es una realidad urgente que afecta a todo el planeta, y durante décadas, los océanos nos han estado protegiendo silenciosamente. Sin embargo, no pueden seguir absorbiendo nuestras emisiones sin consecuencias. Su capacidad para regular el clima, almacenar carbono y sustentar la vida es un servicio vital que no podemos perder.
Proteger los océanos es proteger la vida.
El momento de actuar es ahora: cada acción que tomemos es un acto poderoso frente a la crisis climática.