Respirar es imprescindible para poder vivir, pero hay una gran diferencia entre respirar aire de buena calidad y respirar aire de mala calidad.
El aire puro es el aire que no tiene contaminantes, está compuesto aproximadamente en un 79 % de nitrógeno y un 21 % de oxígeno, es transparente, inodoro e incoloro y debe estar en constante circulación para mantener su pureza.
Se estima que solo una de cada diez personas en el mundo respira aire puro.
Respirar aire de buena calidad aporta múltiples beneficios a nuestro cuerpo y mente: mejora la circulación sanguínea, la piel, estimula el cerebro, favorece el sueño profundo y nos mantiene en calma, entre otros.
Por el contrario, si respiramos aire contaminado, estamos expuestos a sufrir enfermedades graves como accidentes cerebrovasculares, cáncer de pulmón, asma, enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) y alergias.
Cada año, la contaminación atmosférica en las ciudades y zonas rurales de todo el mundo provoca aproximadamente siete millones de muertes.
Los habitantes de los países de ingresos bajos y medios son los más expuestos a la contaminación del aire, especialmente los niños, las mujeres embarazadas y los adultos mayores.
Además de la contaminación del aire exterior, el humo en interiores es un grave riesgo para la salud de alrededor de 2.600 millones de personas que cocinan y calientan sus hogares con combustibles de biomasa (madera y residuos agrícolas) y carbón.
Así mismo, la contaminación del aire afecta el medio ambiente con graves consecuencias para el planeta:
- Variaciones extremas del clima: los contaminantes en el aire generan variaciones irregulares como ondas de calor, frío y el aumento de la fuerza de ciclones y huracanes.
- Aumento de la temperatura terrestre: debido al incremento del dióxido de carbono, la temperatura aumenta en varias regiones.
- Aumento del nivel del mar: el calentamiento global provoca la pérdida de hielo en los glaciares, lo que genera el aumento del nivel de los océanos.
- Desplazamiento de especies: las especies que son directamente afectadas, emigran hacia otros lugares. Sin embargo, al desplazarse corren el riesgo de extinción.
- Lluvia ácida: altera el PH natural de los océanos, ríos y lagos causando problemas de potabilidad y muertes de especies vegetales.
La mayoría de las fuentes de contaminación del aire exterior son difíciles de controlar, por lo tanto se requiere adoptar medidas que contribuyan a reducir los gases contaminantes en actividades como el transporte, la generación de electricidad, la industria, la construcción y la agricultura.
Entre las políticas que han obtenido buenos resultados en la reducción de la contaminación del aire se pueden mencionar:
- La utilización de tecnologías limpias que reducen las emisiones de las chimeneas industriales.
- La adopción de métodos limpios de generación de electricidad.
- La gestión mejorada de desechos urbanos y agrícolas, incluida la recuperación del gas metano de los vertederos como una alternativa a la incineración.
- Soluciones asequibles de energía doméstica limpia para cocinar, calentar y alumbrar.
- Medios de transporte urbano más rápidos, zonas peatonales y carriles para bicicletas en las ciudades.
- Transporte interurbano de cargas y pasajeros por ferrocarril.
- Utilización de vehículos y combustibles de bajas emisiones.
- Mejoramiento de la eficiencia energética de los edificios.
- Aumento del uso de combustibles de bajas emisiones.
- Fuentes de energía renovable: solar, eólica e hidroeléctrica.
- Generación de electricidad mediante redes pequeñas y paneles solares.
- Reducción, separación, reciclado y reutilización de desechos.
Fuente:
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