



Fundamentalmente la biodiversidad se refiere al número, variedad y variabilidad de los organismos vivos, y a la diversidad de las interacciones durables entre las especies y los ecosistemas en los que viven.
La biodiversidad está en evolución constante, tanto en cada especie, así como en cada organismo individual.
La biodiversidad está presente en el agua y en la tierra y su distribución no es uniforme: en los trópicos es más rica y en las regiones polares hay menos especies.
La fauna y la flora varían de acuerdo al clima, la altitud, el suelo y la presencia de otras especies.
La existencia, conservación y evolución de la biodiversidad dependen de los factores ambientales que la hacen posible, y el agua es el elemento más determinante porque sin agua no hay vida.
Del buen uso del agua y de la conservación de las fuentes hídricas, depende la existencia de las diferentes especies que proveen la alimentación, favorecen la salud, el bienestar y el desarrollo a la sociedad.
Las consecuencias negativas de las actividades humanas como la contaminación de los cuerpos de agua dulce y océanos, los desvíos de los ríos, el vertimiento inapropiado de aguas residuales, los megaproyectos hidroeléctricos y la minería, entre otros, están contribuyendo a la pérdida de la biodiversidad y de los hábitats a un ritmo inusual.
Asumir el cuidado del agua y su gestión impacta positivamente la conservación de la biodiversidad y los ecosistemas y por ende es la garantía de tener un planeta más sustentable.
Fuente: www.greenfacts.org