En las últimas tres décadas, las emisiones de CO2 a la atmósfera se han multiplicado aceleradamente alcanzando niveles récord y desencadenando el calentamiento global. Las emisiones globales alcanzaron su nivel más alto en 2021, con emisiones de dióxido de carbono procedentes de combustibles fósiles que superaron los 36.000 millones de toneladas métricas.
Esta grave situación implica un gran reto: tomar decisiones y acciones que permitan reducir las emisiones de CO2 y otros GEI para mitigar el impacto ambiental producido por estas y evitar el colapso de nuestro planeta.
Luego, debemos disminuir con urgencia las emisiones de CO2 para evitar el desabastecimiento de alimentos, pérdidas de cultivos, escasez de agua potable, desaparición de especies, degradación de los ecosistemas, aumento de fenómenos meteorológicos extremos como huracanes, ciclones, tormentas, incremento de sequías e inundaciones, desplazamientos de comunidades, migraciones masivas, deterioro social y económico y otras consecuencias graves para la continuidad de la vida en la Tierra.
Existen diversas formas de reducir y eliminar el dióxido de carbono y otros GEI, a continuación presentamos algunas de ellas:
Procesos naturales de captura de CO2. Podemos hacer uso de procesos naturales como la fotosíntesis que transforma el CO2 en productos biológicos como madera o suelos ricos en nutrientes.
Reforestación. Los árboles tienen la capacidad natural de absorber CO2 atmosférico. Un árbol puede absorber entre 10 y 30 kg de CO2 al año.
Hábitos más sostenibles. El CO2 no es el único gas de efecto invernadero que está calentando el planeta. Hay otros, como el metano y el óxido nitroso, procedentes de fuentes como el ganado y los desechos animales que son más difíciles de eliminar por completo. Sin embargo, cambios en la forma de alimentarnos, como evitar el consumo de carne y consumir más frutas y vegetales contribuyen a reducir las emisiones de GEI.
Cultivar microalgas. Las microalgas son algunos de los organismos fotosintéticos más antiguos y resistentes y tienen la capacidad de absorber dióxido de carbono y producir energía. Además de ser alimento, son fuentes renovables y sostenibles de biocombustibles.
Mayor uso de energías renovables. Los combustibles fósiles se pueden sustituir con alternativas de energía limpia en gran parte de la economía.
Las energías renovables como la energía eólica, solar, hidroeléctrica, biomasa y biogás, geotérmica, biodiesel y bioetanol son fuentes de energía limpias, no producen GEI ni emisiones contaminantes, son inagotables y reducen la dependencia energética.
Sin embargo, algunas emisiones de CO2 serán difíciles de descarbonizar por completo. En grandes industrias como la aviación, el cemento y la producción de acero, no hay tecnologías libres de carbono disponibles, asequibles y escalables, por lo tanto es probable que este tipo de sectores continúen produciendo miles de millones de toneladas al año que se deben neutralizar mediante la eliminación de carbono.
Soluciones tecnológicas. Es prioritario que los países incentiven acciones que garanticen y faciliten la aplicación de tecnologías como la captura directa de CO2 de la atmósfera y la bioenergía acoplada a sistemas de captura y almacenamiento de carbono para evitar las amenazas del cambio climático.
Aunque cada año se liberan casi 40 gigatoneladas de emisiones de CO2 en todo el mundo, los esfuerzos por reducir las emisiones de CO2 son insuficientes.
Por ende, es necesario que tanto los países desarrollados como los países en desarrollo, tomen acciones para asegurar que el calentamiento global no supere los límites de seguridad establecidos por la investigación científica. Las circunstancias de cada país son diferentes, luego las obligaciones que deben asumir también deben ser diferentes. Sin embargo, es necesario asegurar que estas diferencias no afecten la eficacia para lograr los objetivos ambientales.
Por otro lado, el consumo es el principal responsable de las emisiones de GEI, entre el 60 y 75 % de los GEI están relacionados con el uso que hacemos del transporte, la forma como nos alimentamos, vestimos y consumimos agua y energía.
Por consiguiente, estamos obligados a asumir nuestra responsabilidad como individuos cambiando nuestros hábitos de consumo para contribuir con la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero.
Fuentes: Noticias ONU, MIT Technology Review
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