A las montañas se les conoce como las “torres de agua del mundo” porque sus glaciares son fuente de agua para los ríos que suministran el agua dulce a más de la mitad de la humanidad.
Además, ocupan aproximadamente una cuarta parte de la superficie terrestre del planeta y albergan alrededor de 1200 millones de personas.
Sin embargo, los ecosistemas montañosos son muy vulnerables al calentamiento global. Los recursos hídricos, que tienen origen en las montañas, están afectados por las altas temperaturas terrestres y los glaciares se derriten a una velocidad cada vez mayor. Por consiguiente, los servicios ecosistémicos vitales como el suministro de agua dulce para millones de personas en el mundo y la seguridad alimentaria están en alto riesgo, al igual que los habitantes de las zonas altas.
Así mismo, el retroceso de los glaciares y el derretimiento del permafrost causan inestabilidad en las laderas de las montañas, lo que provoca deslizamientos de tierra, avalanchas e inundaciones más frecuentes.
El deshielo que están sufriendo los glaciares de los Himalayas, los Andes y los Alpes, podría afectar el caudal de los ríos, producir graves inundaciones, pérdida de cultivos, daños en infraestructuras y dificultar la generación de energía, especialmente en las áreas más densamente pobladas de la Tierra
Por otra parte, la distribución de las precipitaciones está cambiando, al igual que la cantidad y la estacionalidad de la escorrentía en las cuencas fluviales dominadas por la nieve y alimentadas por glaciares. A corto plazo, esto puede significar un aumento de los riesgos, mientras que a largo plazo puede aumentar el estrés hídrico y los impactos negativos en la agricultura, la provisión de alimentos y el suministro de energía.
Los cambios en la disponibilidad de agua no solo afectarán a los habitantes de las regiones montañosas, sino también a las comunidades situadas aguas abajo.
También, las especies más amenazadas por el cambio climático viven en las tierras altas. De los 35 puntos críticos de biodiversidad en todo el mundo, la mitad están en los ecosistemas montañosos que albergan gran variedad de especies endémicas.
Casi el 10 % de la población mundial vive en regiones de alta montaña. Pero la vida allí es cada vez más difícil, con menos oportunidades económicas y un mayor riesgo de catástrofes naturales.
En efecto, algunas de las señales más claras y visibles del cambio climático, como el retroceso de los glaciares, se encuentran en las zonas de montaña. Pero sus implicaciones van más allá, el cambio climático en las montañas es un tema preocupante para todo el planeta.
Tomar medidas efectivas como mejorar el manejo de cuencas, el almacenamiento de agua, aumentar la gestión integral de riesgos y conservar la biodiversidad es una prioridad inaplazable.
Fuentes:
@comunidadplanetaazul @bco_occidente
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