Las poblaciones de todo el mundo han considerado las montañas como fuentes de agua, vida, fertilidad y bienestar.
La gran mayoría de los grandes ríos del mundo como el río Grande y el Nilo, nacen en las montañas.
Más de la mitad de la humanidad depende del agua dulce que se acumula en las zonas montañosas.
Una de cada dos personas del planeta depende de una forma u otra del agua de las montañas: para beber, para obtener energía o ingresos, para producir alimentos.
Son muchas las razones por las cuales las montañas son importantes para la producción de agua:
Abundancia de las lluvias. Las montañas forman barreras en la circulación de las masas de aire. Al tener que elevarse, el aire se enfría, produciendo precipitaciones.
Almacenamiento y distribución del agua en las tierras bajas. Las aguas captadas a altitudes elevadas fluyen por gravedad por la red fluvial o las faldas acuíferas subterráneas hacia las tierras bajas, donde hay una fuerte demanda de las ciudades, la agricultura y la industria.
En las zonas húmedas, la proporción de agua generada en las montañas puede llegar hasta el 60 por ciento del total de agua dulce disponible en la cuenca.
El agua como fuente de vida. Hay una relación muy estrecha entre el agua de las montañas y la producción mundial de alimentos especialmente en las zonas tropicales y subtropicales donde se encuentran la mayoría de los países en desarrollo y más de la mitad de la población mundial.
El agua dulce de las montañas mantiene muchos hábitats naturales, en tierras altas o bajas, ayudando a la conservación de la biodiversidad.
Además, el agua almacenada en los lagos y embalses de las montañas tiene un valor económico como fuente potencial de energía hidroeléctrica.
Ecosistemas frágiles. Las montañas son ecosistemas muy frágiles. Las lluvias intensas, las fuertes pendientes y los suelos poco firmes son la causa de escorrentías en la superficie, erosiones y deslizamientos de tierras.
Los sedimentos producidos por la erosión contaminan las aguas superficiales.
Las actividades humanas pueden alterar el equilibrio de los ecosistemas montañosos. La deforestación de los bosques, la minería, la agricultura insostenible, la urbanización y el calentamiento del planeta están afectando las cuencas hidrográficas, y los efectos relacionados con el agua, recaen en la población y los ecosistemas de río abajo.
Actualmente el mundo está comenzando a vivir una crisis de agua, por lo tanto la gestión de los recursos hídricos debe ser una prioridad de todos los países.
1.100 millones de personas, aproximadamente, carecen de suministro de agua apta para el consumo. Una cifra desproporcionada de personas vive en países en desarrollo con tanta escasez de agua que es muy difícil producir alimentos y desarrollar una economía estable.
Se necesita una gestión integrada de las cuencas fluviales para asegurar el uso eficiente, la distribución equitativa y la administración y regulación efectivas del agua de las montañas en beneficio de toda la humanidad.
Fuente: FAO.ORG